viernes, 1 de agosto de 2008

PASEANDO CON UN TURISTA

“BUENOS AIRES ES UNA MINI EUROPA”

Así definió a la ciudad una visitante brasileña. Aunque aclara que entre esta metrópolis y Río de Janeiro no hay grandes diferencias en cuanto a las realidades, porque en definitiva “estamos en Latinoamérica”.

Entre el ruido de los motores de los colectivos, las bocinas de los autos, los gritos de los chicos en vacaciones, los retos de las madres nerviosas y un grupo de jóvenes religiosos que dan “abrazos gratis”, Beatris Galvan ríe sin parar con sus dos amigas en plena Avenida Santa Fe.

“Miren la cúpula de aquel edificio, es una belleza”, comenta deslumbrada esta simpática brasilera cincuentona, a pocos centímetros del cordón de la vereda donde un auto pasa a mil por hora. “Buenos Aires es como una mini Europa, pero más barata”, compara Beatris sin saber que su frase podría ser parte de una estrofa del tango “Buenos Aires es tu fiesta”: “Y fue un colmao de Andalucía, de Inglaterra fueron vías… y fue un toque de París. Y fue toda Buenos Aires…”. Es que como bien explica Beatris “la inmigración en la Argentina hizo un gran aporte a la ciudad. Se ve en una fachada, en un monumento, y hasta en las espectaculares Galerías Pacífico”.

Para esta turista, Buenos Aires tiene hasta el frío europeo. “Me puse un sweater de lana, y compramos una campera de polar. Acá si que sentís el frío en los huesos”, relata sorprendida mientras recuerda que el jueves a la noche, al salir de una función de teatro en Avenida Corrientes, le dio lástima ver a un nene descalzo y decidió comprarle tres pares de medias y un par de zapatillas. Se pone seria y cambia su sonrisa para reflexionar: “Es terrible, eso allá no pasa. Hay más pobres en Río de Janeiro que en Buenos Aires, más favelas y chicos en la calle, pero allá no mueren del frío, mueren de hambre”. Y a pesar de que en su estadía de una semana le robaron la cartera en el Shopping del Abasto, confiesa que se siente más segura acá que en su país. “Todavía podes andar por la calle con cierta tranquilidad, en Brasil no se puede”, concluye Beatris cuando sus amigas le avisan que entran a comprar algo en el Alto Palermo. De repente se acuerda que quiere ir al local de cristales alemanes Swarovski, porque le dijeron que están baratos.

Se despide y antes de alienarse en el shopping dice: “Mmm… Buenos Aires puede tener la arquitectura de Europa o lo que fuese, pero tenemos la misma realidad, es que somos parte de lo mismo: de Latinoamérica”.

Natalia Florio

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