martes, 1 de abril de 2008

TANGO


LAS PROTAGONISTAS

Desde sus inicios el clásico ritmo arrabalero dedicó sus letras a las mujeres pero...¿Qué roles les correspondían en ellas?

Que el tango es para machos, que hay cuatro damas para una voz masculina, que la mujer es un mundo a conquistar, que a la madre hay que alabar. Como éstas, hay muchas frases que dan para analizar el rol de la mujer dentro de las letras del 2 x 4. Aquí un breve recorrido por los orígenes del tango-canción (1918) para descubrir qué concepto se tenía sobre la figura femenina.

Durante la década del veinte, la mujer ocupó múltiples papeles, entre ellos el de doméstica, simbolizada en la madre. Aquella a la cual se recordaba en momentos difíciles, la que siempre estaba lista para sacrificarse por sus hijos (aunque ya no fuesen pequeños) y la que se situaba generalmente en la casa. “Y tu vieja, pobre vieja, lava toda la semana pa’ poder parar la olla con pobreza franciscana”, cantaba Celedonio Esteban Flores.

Sin embargo, las letras de esa época también hablaban sobre la mujer como símbolo de atracción sexual, justamente representada en el rol de la “mina”, a quien sólo se buscaba para tener diversión pasajera porque desde siempre estuvo presente la idea de que cuantas más compañías consiga el varón, mayor será la fama que tendrá. Además, como los prostíbulos eran muy visitados, las composiciones hacen referencia a las mujeres que trabajaban ahí. “Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado, no me importa lo que has hecho lo que haces ni lo que harás, los favores recibidos creo habértelos pagado…”, describía Flores en aquel entonces. Y como característica importante, en la mayoría de las canciones de la época la “mina” terminaba mal porque “los hombres la han hecho sufrir”; “la limousine de un bacán la remolcó”; “otras cayeron igual”, es que eran simplemente “juguetes de ocasión”, como dice el tango.

Por otro lado, la “novia” era el rol opuesto al de la “mina”, ya que representaba la pérdida de la ideal soltería que tenía el hombre, porque con ella debía casarse. Era así como las relaciones amorosas no se entendían como la felicidad de amor compartido y correspondido, sino como situaciones frustradas e incompletas.

Ya en la década del 40, y como consecuencia de la gran inmigración del país interior hacia la costa, la mujer se ubica en otro rol. Ese que Cátulo Castillo contaría así: “Y allí, con tu impiedad, me vi morir de pie. Medí tu vanidad y entonces comprendí mi soledad sin para qué: llovía y te ofrecí el último café”. Así, pasa de ser victimizada a ser protagonista de una crisis amorosa.

Y con los años el tango mantuvo una extraña relación con las figuras femeninas de cada época de la historia. Entonces, ¿El tango es sólo para hombres? Puede ser, ¿pero qué sería del tango sin la mujer?

Natalia Florio

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