lunes, 1 de septiembre de 2008

LUGARES

MONUMENTO DE LOS ESPAÑOLES, UNA OBRA QUE NO PASA DESAPERCIBIDA

Diseñada por el escultor catalán Agustín Querol, esta llamativa escultura fue un regalo del país europeo y fue inaugurada en 1927.

Foto: Esteban Montes

En reiteradas ocasiones, y como si se tratara de algún estorbo en el camino, la mayoría de las personas transitan indiferentes a las numerosas obras que están diseminadas por la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, una construcción tan imponente como lo es el Monumento de los Españoles, ubicado en la intersección de las avenidas Libertador y Sarmiento, resulta difícil que pase inadvertida.

Según el diccionario, monumento significa una obra de arquitectura, escultura o grabado, realizada para perpetuar en el recuerdo de una persona. Pero, ¿con qué características cuenta el monumento de los españoles para cumplir con el objetivo indicado en la definición? Esta colosal edificación, de 25 metros de altura, tiene imágenes de bronce que representan a regiones argentinas: “Los Andes”, “el Río de la Plata”, “el Chaco” y “la Pampa”, y comenzó a gestarse en 1910, año del Centenario de la Revolución de Mayo.

Los españoles que habitaban en el país decidieron homenajear a los argentinos con el “Monumento a la Carta Magna y a las Cuatro Regiones Argentinas”, que recién pudo ser inaugurado el 25 de mayo de 1927, en una entrega simbólica al que por entonces era presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear.

La historia de su cimentación presentó algún que otro inconveniente, como el ocurrido en 1916 cuando se hundió el trasatlántico Príncipe de Asturias, procedente de Barcelona, y se perdió la carga de ornamentos de mármol y bronce que se traía para la estructura. Ese accidente se produjo bien lejos, en Río de Janeiro.

El Feng Shui, originario de China, resalta que la piedra, la tierra, el agua y el fuego componen la buena energia del planeta. Finalmente, la escultura rocosa fue colocada en la zona más verde de Palermo y con una fuente de agua amplia, sólo falta el fuego, que quedará para alguna otra ocasión, y así tener la presencia de los cuatro componentes que indica la antigua práctica oriental.
Santiago Pansino

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