sábado, 1 de marzo de 2008

PERSONAS Y PERSONAJES

Alberto “El Negro” Olmedo

TODAVIA SE RIE

Se cumplen 20 años de la muerte del humorista más importante y exitoso que ha tenido la Argentina. Sus personajes en la pantalla chica ya son parte de la historia.

El 5 de marzo de este año se cumplen dos décadas de la muerte del capocómico argentino Alberto Olmedo. Ese día de 1988, cayó de un 11º piso en Mar del Plata, luego de haber pasado una noche de excesos. Sepultado en el Cementerio de la Chacarita en Capital Federal, hoy su espíritu continúa divirtiendo a todos los que lo vieron crecer como humorista e incluso se mantiene vivo en los jóvenes como el más grande a la hora de hacer reír.

El “Negro” nació en Rosario el 24 de agosto de 1933 en un conventillo del humilde barrio Pichincha. Llevó el apellido de su madre Matilde. Su padre, José Mautone, los había abandonado.
Olmedo comenzó en el mundo del espectáculo como claque en el teatro La Comedia, de su ciudad, con tan solo 14 años. Así, luego de haber trabajado durante su infancia como verdulero o carnicero, decidió que estudiaría acrobacia.

En su primera actuación, salía vestido de mujer en pareja con su amigo “Toño”, Antonio Ruiz Viñas. Juntos formaron La Trouppe en 1951, que duró hasta fines del 54´ cuando viajó a Buenos Aires para intentar dar el gran salto.

En 1955 empezó en Canal 7 como operador, hasta que en la cena de fin de año una brillante improvisación suya provoca que fuera incorporado a “La Trouppe de TV”, junto a María Esther Gamas y Tincho Zabala, entre otros.
Espontáneo e improvisado, nunca le fue fiel a los libretos. Ni siquiera cuando se consagró en el 60´ con Capitán Piluso. Luego, en 1964, los hermanos Sofovich lo convocaron para Operación ja ja, siendo esto un triunfo personal por compartir el elenco con primerísimas figuras.

Para 1970 ya era un ídolo. Surgían “No toca botón”, “El Chupete”, “Fresco y Batata” -con Porcel-, “Alberto y Susana” -con Giménez-, cada vez con mejor sello. En el cine era protagonista de “Expertos en pinchazos”, “Las mujeres son cosa de guapos” y “Basta de mujeres”.

A principios de los 80´, Olmedo comenzó a rodearse de hermosas mujeres como Beatriz Salomón, Silvia Pérez o Susana Romero. Surgieron así los personajes del Manosanta y Perkins, el mucamo. Aunque el principal atractivo era él, el Negro, ése de los sobreentendidos, la improvisación y la mirada cómplice.

En medio de tanta gloria llegó esa trágica madrugada en plena temporada de su obra “Éramos tan pobres”, cuando Olmedo cayó por el balcón del edificio Maral 39. En ese instante comenzó la leyenda. Para muchos sigue vivo el recuerdo de un gran tipo que en su momento parecía un descarado y en estos días es un evocado modelo de sutilezas.
Horacio Sobol

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