sábado, 22 de diciembre de 2007

PASEANDO CON UN TURISTA

Un holandés visitó el Jardín Japonés

“UNA DE MIS METAS ERA CONOCER ALGUN DIA LA ARGENTINA”

Gilbert, de 34 años, recorrió la ciudad y contó sus sensaciones.

En su mente siempre pasaba la idea de conocer Argentina, más precisamente Buenos Aires, “una de las ciudades más importantes y atractivas por frecuentar en el mundo”, destaca Gilbert, turista holandés que vino a recorrer por dos semanas la Capital Federal. “Estoy aquí simplemente de visita, en unos días me vuelvo a mi país, todo lo que vi me ha encantado y no me quedaron lugares por observar”.

El objetivo que se busca es experimentar un lugar que no haya visitado el extranjero. El elegido fue el Jardín Japonés, ubicado en Avenida Figueroa Alcorta y Casares. La belleza del sitio es imponente, todo prolijamente arreglado, además llama la atención la limpieza del lugar, hay muchos cestos para arrojar la basura. El ambiente es de paz y tranquilidad, hay un público variado desde niños a ancianos. También es llamativo que no sólo los turistas asistan: muchos porteños lo utilizan para distenderse y descansar, leer o escribir. Hace poco se abrió una biblioteca oriental y se inauguró el nuevo sector de kiosco y souvenirs, que tiene material sobre diferentes disciplinas de la cultura japonesa.

El Jardín Japonés, que cumple su 40º aniversario este año, (la entrada es gratuita para los niños y jubilados, pasados los 6 años pagan $2, a partir de los 16 se abona $4), es de fácil acceso para llegar, ya que se puede ir en colectivo con varias líneas y en subte en la línea D, hasta la estación Scalabrini Ortiz, desde allí ocho cuadras aproximadamente.

“Es increíble la cantidad de cosas que hay para hacer en este lugar. Me gustó mucho la exposición de cuadros y pinturas, también la variedad de árboles y darle de comer a esos enormes peces de colores”. En el agua se encuentran los peces carpa, y se les pude dar alimento (las bolsas cuestan uno y dos pesos). Hay una amplia clase de árboles, algunos típicos de la zona como el Jacarandá, y la mayoría son de Japón como el Kiri y el ginkgo biloba (que resurgió solo después de la bomba atómica). El Jardín está abierto todos los días de 10 a 18 y cuenta con un vivero donde se puede comprar cualquier tipo de árbol, el más vendido es el bonsái. La brisa que recorre el camino del Jardín y la serenidad absoluta se complementan y hacen que sea un lugar por donde no se puede dejar de pasar si es que buscan un poco de calma ante tanto ruido de la ciudad.

“Hermoso el Jardín Japonés, sentí mucha tranquilidad y encontrar eso es bueno”, sintetizó Gilbert.

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