viernes, 1 de febrero de 2008

BUENOS AIRES MISTERIOSA

EL FANTASMA DE RADIO EL MUNDO


Es un medio tan apasionante que desde el más allá se niegan a abandonar su magia.

Sobre la calle Maipú al 555, en pleno centro de la Capital porteña, a pocas cuadras de la mítica Florida, se encuentra Radio Nacional, un lugar con mucho movimiento de gente durante el día, donde se tiene que estar autorizado para poder ingresar, pero que durante la noche se vuelve tenebroso con espectros que protegen su antigua radio, que desde 1935 hasta 1985 funcionó como Radio El Mundo.

Con ella, compartían el edificio tres radios más, que gracias al auge de la radiofonía pudieron conseguir el dinero para separarse y buscar otro lugar donde transmitir.

Como en todas las mudanzas, las cajas ocupaban gran parte de los pasillos y fue allí, en 1972, cuando una de ellas se prendió fuego. Algunos dicen que fue por un “descuido involuntario”, otros apuntan que fue por un “descuido intencional”, al caer un cigarrillo encendido encima de las cestas. Las llamas se iniciaron en el segundo piso, frente a uno de los estudios, y enseguida el fuego se fue extendiendo hasta el tercero.

Allí estaba trabajando el locutor Roberto Arenas, quien no pudo salir y luego murió asfixiado, y el periodista Juan Carlos Bacigalupo que, en medio de la desesperación, saltó por la ventana y su cuerpo cayó al vacío por lo que perdió la vida en forma instantánea.

Con el tiempo, entre tantos cambios que sufrió el país, Radio Nacional ocupó el edificio de la calle Maipú, exceptuando la parte dañada del mismo.

Una noche, un operador que se encontraba haciendo guardia, sintió la presencia de alguien en sus espaldas mientras trabajaba, al darse vuelta, el lugar estaba vacío.

Una vez, un locutor decidió ir a pasear por el piso en refacción para ver como evolucionaba, fue allí cuando vio una figura que lo observaba, una figura que no le hablaba y que de repente salió corriendo hacia la ventana y se arrojó desde ella. El hombre sintió muchísima angustia y no volvió más por el lugar.

Al parecer los fantasmas de estas personas que perdieron la vida en el incendio no quisieron dejar su lugar de trabajo que tanto amaban y hasta hoy cuidan.

Si uno pretende fumar allí dentro y de noche, es una misión imposible, porque en el momento de prender el cigarrillo en el segundo y tercer piso una brisa lo apaga y un escalofrío recorre el cuerpo del fumador a quien le quita el hábito por un buen rato.

Estas almas, sin dudas, fueron amantes de la radio, se criaron en ella y ni la muerte puede alejarlas.

No hay comentarios: